Ya con un nuevo empleo y buena posición, el hecho de vivir con los pantalones apretados, la camisa a punto de estallar y el botón del cuello suelto y tratando de ocultar con la corbata, por razones obvias, fue cuando tome la determinación junto con dos compañeros de trabajo de hacer una dieta de esas que te llevan a la oficina, un supuesto almuerzo y una supuesta cena.
El almuerzo consistia generalmente en un vaso de 8oz. con algo parecido a una sopa o consome, que al probar el primer sorbo te dejaba inmediatamente como Mafalda, (odiando la sopa de por vida), seguida por alguna porcion de fruta o de alguna combinación no identificada de verduras al vapor. Puaghhh!!!.
Igual de desabrida y desagradable resultaba la cena, que te traian al medio dia con la intención de que te la llevaras a casa para los fines consabidos.....La susodicha dieta había que contratarla minimo por 15 días y pagando por adelantado.
Y claro al partir del segundo día comienzas a cambiar la dieta por ayuno, pues para mi era preferible atiborrarme de zanahorias crudas, que comer aquellas raciones insulzas de bazofia dietética, seguramente elaboradas por algún sádico anoréxico.
Al fin terminaron los quince días, al cabo de los cuales quede sin una buena porción de efectivo, ya que la famosa dieta además de muy mala era muy cara, con unos cuantos kilos menos, los ojos desorbitados y desencajados, una gastritis incipiente, un mal humor de los demonios y las ganas de visitar el restaurant italiano mas cercano y comerme un buen spaguetti bolognesa, un filet mignon con papas fritas dos cervezas frias, postre y café, como cristianamente fui enseñado.
Les aseguro que el cuento no se quedo en las ganas, un mes mas tarde a lo sumo el peso perdido ya había regresado, junto con mi sonrisa, pero las incomodidades de vestuario seguian siendo mi mayor preocupación. Después de algunas cavilaciones, pues me decidi a cambiar el guardaropa, con la excusa de que ya era tiempo de cambiar mis trajes y compre dos en una talla mayor (pantalon 38) y luego fui paulatinamente sustituyendo los antiguos y apretados trajes y camisas por unos nuevos de mayor tamaño, aqui era un reto el mantenerme cera de los 95Kgs y mi mayor temor era arribar a las dos arepas o lo que es lo mismo 100Kg...
Fue en ese entonces cuando descubri que ya mis camisas XL, eran de diferentes medidas según el cuello, y a pesar de que a nivel de mis pantalones mantenía la misma talla, en lo adelante comenzarón a cambiar las camisas....todas en XL, lo que suponía la aparición de un a barriga incipiente y de un cuello mas grueso que paso de 15 a 16 y terminó tres años despues en 17 1/2 y mis primeros pantalones en la talla 40...y evidentemente mis temores se hicieron realidad...era un tipo que pesaba 100Kg..
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